Hace algunos meses leía en una red social un artículo sobre aprendizaje colaborativo, la cual incluía algunos ejemplos de actividades. Una duda recurrente en los comentarios era “¿no sería más efectivo que primero se esforzaran en resolverlo individualmente y luego (…) tengan ayuda para resolverlo juntos, pero tras haber trabajado?”
En reiteradas ocasiones pensamos que solo hay una forma correcta de hacer las cosas, que la respuesta es única: o se debe empezar por lo individual (porque si no, algunos no se esfuerzan) o hay que hacerlo todo en equipos (para que aprendan a cooperar). Y como suele suceder, en educación no hay respuestas únicas, las circunstancias nos exigen más de una.
Zariquiey (2019) y Colectivo Cinética plantean que para decidir si las actividades van de individual a grupal o viceversa, debemos considerar un aspecto clave: la dificultad de la tarea y, por tanto, el nivel de ayuda que requieren los estudiantes para resolverla. A partir de ello, proponen cinco rutinas de cooperación.
1. El entrenamiento. Trabajo en equipos: nivel de ayuda muy alto
Se emplea cuando los alumnos no han logrado una comprensión básica de los contenidos y, por tanto, no puedan utilizarlos para realizar las actividades.
En este caso, el profesor propone a los equipos una lista de ejercicios o actividades para procesar los temas presentados. Los alumnos las realizan juntos, paso a paso, con la consigna de que no se puede pasar a la siguiente actividad hasta que todos hayan entendido o sean capaces de realizar la anterior.
Posteriormente el docente propondrá otras actividades similares para que las desarrollen de manera individual, la intención será que pongan en práctica solos lo que han aprendido a hacer juntos.
2. Equipos pensantes. Trabajo en equipos -> individual: nivel de ayuda alto
Se emplea para atender a alumnos que tienen una comprensión básica de los contenidos pero que aún cometen errores o no saben cómo resolver una actividad.
El docente plantea a los equipos una actividad para procesar los contenidos presentados. Los equipos dedican unos minutos a analizar la tarea juntos, acordando cómo realizarla y luego cada uno desarrolla la tarea de manera individual, tomando como referencia las ideas establecidas en el momento de equipos. Para finalizar, el profesor selecciona al azar a algunos estudiantes para que expliquen el trabajo realizado.
3. Uno, dos y/o cuatro. Trabajo individual -> grupal: nivel de ayuda medio
Se recomienda para trabajar con alumnos que son capaces de realizar la actividad aunque pueden equivocarse o dar respuestas incompletas.
Aquí, el profesor propone una actividad para procesar los contenidos presentados y los alumnos la desarrollan individualmente. A continuación, comparan y contrastan su trabajo con el de su equipo para corregirlo, mejorarlo o completarlo. Para finalizar, el docente elige a algunos para explicar el trabajo que han realizado en su equipo.
4. Relevos. Trabajo individual -> grupal: nivel de ayuda medio
También se recomienda para trabajar con alumnos que son capaces de realizar la actividad, aunque pueden equivocarse o dar respuestas incompletas.
El profesor plantea a los equipos una actividad que pueda desarrollarse por turnos. A continuación, uno de los miembros del equipo empieza realizando la primera parte; si el resto del grupo considera que es correcta, pasa el turno al siguiente; si no es así, discuten hasta llegar a un acuerdo. El proceso se repite con cada integrante durante el tiempo establecido. Para concluir, se elige al azar a algunos alumnos para que expliquen la respuesta de su equipo.
5. Trabajo individual asistido. Patrón individual: nivel de ayuda bajo
Se emplea para trabajar con alumnos que pueden realizar las actividades de manera correcta, con un nivel alto de autorregulación.
El docente da al equipo un listado de actividades (pueden ser las mismas o diferenciadas a partir del nivel individual de desempeño). Los alumnos trabajan individualmente sobre su propio listado, solo con la consigna de acudir a sus compañeros en caso de encontrarse con una duda. En este caso, el equipo termina cuando todos sus miembros han concluido su plan de trabajo.
De esta forma, podemos darnos cuenta de que, si la tarea es muy compleja o los estudiantes necesitan más ayuda (andamiaje), lo mejor es empezar por momentos de equipo para concluir con actividades individuales. En contraparte, si la actividad que proponemos es accesible para ellos, pero existen varias posibles respuestas o se puede enriquecer al contrastarla con otros, entonces lo mejor será arrancar individualmente y luego incorporar el trabajo colaborativo.
En todos los casos, es importante que los equipos sean heterogéneos y que incluyan por lo menos un estudiante que sí sea capaz de realizar las actividades, es decir, que tenga la posibilidad de brindar ayuda.
¿Estás listo para poner en práctica esta información con tus alumnos? La decisión está en ti.
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